42K a Pampa Traviesa

42K a Pampa Traviesa

Publicado en: La Nación | 0

Son las 6 de la mañana y por la ventana veo oscuridad. Estoy en Santa Rosa, La Pampa, a poco de largar mi maratón número catorce. Vine con Juan Pablo, mi novio (también corredor) y mientras desayunamos, le digo: «A diferencia de otras previas, no estoy nerviosa ni presionada, me siento agradecida de estar acá». Después de tantos años de repetir a mis alumnos que lo importante es estar en la línea de largada, al fin lo aprendí yo. Parece obvio, pero no siempre se puede. Hacen falta ganas, energía y tiempo para entrenar, además de salud, entre otras cosas. Esa convicción me llena. «Soy una afortunada», le digo, y me digo, terminando el segundo café.

Los dos buscábamos mejorar nuestros registros en la distancia. Veníamos de correr 42 K en septiembre en Berlín, la verdadera antítesis de esta carrera, la clásica A Pampa Traviesa. De correr con 45 mil personas rodeados de público y estímulos, a un circuito en donde por momentos es pura soledad. «El que precisa del aliento de la masa, acá está sonado», pensé más de una vez mientras corría por esas rectas de llanura eternas. El paisaje casi no cambiaba, pero dentro de mí pasaban mil cosas.

Para los que amamos la soledad y la tranquilidad, esta es la maratón perfecta. Además de la más antigua y artesanal del país, es la de los profetas: abundan esos corredores que con solo mirarlos entendés que llevan la vida entera corriendo. Algunos que bordean los 60 llegaron en 3 horas cortas, algo impensado para muchos maratonistas jóvenes. Yo estaba entusiasmadísima de estar ahí, y con esa carga tan positiva, largué.

Corrí gran parte del trayecto con un atleta desconocido de zancada llamativa, creo que fuimos juntos casi una hora sin decirnos nada. No sabía su nombre pero nos acompañábamos. Hasta que rompí el silencio: «¿Buscás 3 horas 25?». «No sé», me dijo. «Te vi y empecé a seguirte. En Rosario llegamos casi juntos y en Buenos Aires también», contestó sin que se le agitara ni un poco la voz. Luego agregó: «Leí lo que escribiste esa vez que abandonaste y me gustó.» Su revelación me causó sorpresa y orgullo.

Desde ahí nos dimos ánimo mutuo y nos turnamos con la delantera para taparnos el viento. Por el Km 26 me contó que él, con bajar las 3 horas 30 ya iba a estar feliz, y que en su trabajo lo tenían como ídolo por correr maratones. Nos separamos cerca del 37, y volví a verlo en la llegada, muy sonriente. Después supe que se llama Yair Traicio, y que es de Morón

Muchos dicen que A Pampa Traviesa es solo para valientes, por su recorrido solitario y monótono, y por el viento. Son dos vueltas de 21 kilómetros, pero la segunda no tiene nada que ver con la primera. Solo lo sabemos los 197 que completamos los 42 K. Largamos con doce grados y nada de viento. Terminamos con 25 grados y ráfagas que hicieron muy duros los kilómetros críticos del 37 al 41. Yo venía con lindo ritmo medio de 4:50 minutos por kilómetro, y recién ahí aflojé. Igual alcanzó para mejorar mi marca y para confirmar lo que suponía: no hace falta irse a una major para bajar tiempos, en nuestro suelo se puede correr igual o más rápido que en la misma tierra de los récords del mundo. Sin el estrés del viaje, sin gastar tanta plata, y con mejor servicio de hidratación. Crucé el arco en 3:26:37, justo un minuto menos que en Berlín. Creo que no solo se lo debo al entrenamiento y al circuito plano (solo 66 metros de ascenso total acusó el Garmin). Largué con casi 100 kilómetros semanales de promedio en las piernas, pero con dos armas mucho más poderosas: la cabeza liviana y el corazón lleno. Eso me permitió disfrutar y conectarme conmigo como nunca. Con la verdadera felicidad de correr.

Récord y premios

La Municipalidad de Santa Rosa organiza la carrera hace 35 años con muchísimo cariño y dedicación, y en esta edición celebró con récord: 1.300 inscriptos entre las cuatro distancias. Por allí pasaron varios de los mejores fondistas del país y hasta se consiguieron pases a mundiales y juegos olímpicos, como la del Indio Cortínez para Sídney 2000. Otro punto a destacar son los premios: hay efectivo hasta el quinto puesto de la general en todas las distancias, algo muy poco común en las carreras argentinas.

 

Ver nota en La Nacion