Llega marzo y el fin del verano viene a marcar un momento bisagra para muchos corredores: las vacaciones quedaron bien atrás, aparecen los climas frescos que devuelven las buenas sensaciones al correr, y el calendario se llena de propuestas tentadoras en todas partes.
Hay que elegir y planificar, si aún no lo hicimos. Con la situación del país, hay quienes se quejan de que ya no se puede correr de todo, pero eso en definitiva puede ser positivo. ¿Y si aprovechamos para ser más selectivos? Es decir, para entrenar más y competir menos -pero mejor-, como se hacía antes. ¿Y si aprovechamos también para anotarnos en más carreras en nuestro país y en el interior?
Yo este año me propuse conocer lugares y carreras nuevas de nuestro país. Argentina es hermosa y gigante y me encanta viajarla y correrla.
En este poco tiempo que pasó desde que arrancó el año, ya estuve por varios paisajes bien lindos y distintos. En enero, como cada año, arranqué con el Cruce Tandilia, una carrera que me atrapó desde la primera edición y no me pierdo por nada. Disfrutamos mucho del evento deportivo y de esos días en las Sierras con mis alumnos del Fila Team. Aprovechamos para conocer el paseo de la nueva Piedra Movediza, un clásico en el que nunca había estado pese a ser visitante muy reincidente de esa ciudad. Y en febrero siguieron varios buenos planes más.
Una o dos veces al año me tomo mini-vacaciones de corredora que pueden presentar tres variantes: 1) no hacer nada de nada: generalmente después de una carrera muy dura o larga. 2) Tomarme esos días para trotar o correr cuando y cuanto quiera, de forma libre, sin plan y sin matarme. 3) No correr o correr poco pero realizar otras actividades deportivas que me gusten.
Esto último hice ahora. El primer destino fue el Cerro Tres Picos en la localidad de Tornquist, un verdadero oasis pegado a Villa Ventana con vistas soñadas y ascensos escarpados que conducen al techo de Buenos Aires: la cima del Tres Picos es el punto más alto de nuestra provincia, elevándose unos 1250 mt snm. En esta oportunidad fuimos en modo trekking y camping, muy cargados, pero sus circuitos son geniales también para corredores de trail. De hecho, camino a la cumbre nos cruzamos un montón de atletas corriendo que nos contaron que estaban sumando altimetría para alguna ultra de montaña.
Desde la base hasta la cima ida y vuelta, pasando por la Cueva (punto muy lindo y recomendable para acampar y hacer noche) son unos 25 kilómetros y lleva entre 6 y 10 horas apróximadamente, con un desnivel acumulado de casi 2000 mt. (Sin pasar por la cueva es más corto). Hay varios tramos que pueden hacerse trotando o corriendo si no se lleva mochila muy grande. Un hermoso plan para todo amante de la naturaleza y el deporte. La experiencia nos dejó cansados pero súper contentos y de ahí partimos a Monte Hermoso, destino reconocido por sus majestuosas puestas del sol en la playa y aguas bastante más cálidas
que las de la mayoría de nuestras costas. Ahí estuve corriendo un poco, ya en modo descarga porque volvíamos y al día siguiente íbamos por la Eco Trail Challenge. Los atardeceres en Monte mirando caer el sol sentado en la arena o trotando al lado del mar son de esas cosas inmensas que quedan para siempre.
No queríamos volver, pero volvimos para correr la etapa Zero de la Eco en el Bioparque Metropolitano de Villa Domínico, y después lo agradecimos.
Fueron 23 K intensos en un circuito nuevo y muy lindo que estrenamos ese día. Al ser bastante llano tentaba a ir fuerte, pero el barro, los pastizales y las trepadas comían piernas a lo loco. Corrimos por bosques y senderos desconocidos a la vera del río, disfrutamos un montón y encima nos dimos el gusto de ganar. Fue la primera vez que nos subimos al escalón más alto del podio en equipo con Juan Pablo, mi novio. Lo habíamos esperado y deseado mucho y al fin se dio. Se planteó en la planificación como un fondo de calidad dentro del plan de entrenamiento hacia los 42 K de La Pampa en abril, el primer gran objetivo del 2019; una maratón a la que le tengo ganas hace años. Antes, iremos por una buena previa, si se puede, en los 21 K de la bellísima Mendoza, y para junio estoy pensado en Turmalina UT en Córdoba, cerro Uritorco.
Seguramente para la próxima edición tenga lindas historias para compartir de Mendoza y La Pampa. Porque la propuesta 2019 de esta columna es ir contando durante todo el año sobre los distintos lugares del país que este hermoso deporte me permita descubrir. Ojalá sigan ahí para leerme. Muy Buen año! 😉
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