Con la imposibilidad de salir al aire libre a entrenar, hubo algunos privilegiados que pudieron conservar sus rutinas aeróbicas: aquellos que tienen una cinta de correr o un rodillo.
Si bien la cinta y el rodillo son dos herramientas de entrenamiento diferentes, ambas sirven para mantenerse activo en casa, trabajar la resistencia, fortalecer el tren inferior y gastar calorías, entre otras cosas. La diferencia es que un rodillo es mucho más accesible que una buena cinta: mientras el precio de un rodillo que permita pedalear durante horas oscila entre los $10.000 y $25.000, una cinta profesional está por encima de los $100.000.
Tipos de rodillos
Están los rodillos magnéticos, de fluidos, de equilibrio, y de transmisión directa. Los magnéticos son los más sencillos y económicos. También los más ruidosos, aunque algunos modelos de buena calidad han mejorado bastante en este punto. Los de fluidos son más silenciosos, un poco más caros, y ofrecen una sensación más real al pedalear. En los de transmisión directa, se coloca la cadena en una símil rueda del mismo rodillo. No es tan práctico desarmar la bici cada vez que se lo va a usar, pero en compensación, el pedaleo es más fluido y realista. En los de equilibrio, la bici va libre encima de unos cilindros y hay que mantener el equilibrio. Quizás no sea lo mejor para principiantes. Sí para avanzados que quieran entrenar con seriedad.
La marca holandesa Tacx, de las más reconocidas e innovadoras del mundo, fabrica rodillos desde 1957. Fernando Müller, CEO de Garmin Argentina (distribuidor exclusivo en el país) cuenta que pese a la crisis económica vendieron todos los rodillos que tenían, y ahora ruegan poder recibir la próxima partida. Los precios de los más sencillos arrancan en $25.000 aproximadamente.
Claro que también hay modelos más accesibles. En internet, se consiguen del tipo mecánicos o de equilibrio, a partir de $10.000. Pero con tanta diversidad, ¿cuál conviene elegir? Todo dependerá del uso que se le dé y del bolsillo de cada uno.
Si sos un ciclista «pro» y querés entrenar todas las condiciones, los de equilibrio pueden ser lo mejor: permiten entrenar la técnica y la coordinación. Hay que considerar mucho si se usará para entrenar fuerte. En este caso sería importante que traiga regulación de resistencia: en los trabajos intensos a veces cuesta elevar mucho el pulso (en interior no hay factores externos que suman intensidad). Y también sería bueno contar con un sensor de cadencia: un dispositivo que generalmente va en la bici y transmite la info al reloj o a la ciclocomputadora. Algunos rodillos ya lo traen. La cadencia es la cantidad de veces que gira la rueda por minuto, y poder medirla, además de ser útil para entrenarla y mejorarla, sirve para conocer de forma confiable distancia y velocidad, sin GPS.
Versión premium
Los rodillos sofisticados (de la serie Smart de Tacx, por ejemplo) superan los $150.000. Pero, para muchos, lo valen: además de ser ultrasilenciosos y completos en cuanto a sensación de pedaleo y precisión de datos (arrojan valores de velocidad, distancia y cadencia), vienen con realidad virtual. Pedalear bajo techo puede ser muy tedioso, pero estas máquinas lo vuelven entretenido. Con sus simuladores y funciones interactivas, uno puede sentir que sube montañas escarpadas o bordea lagos transparentes. Y no está solo. Hay plataformas que brindan la posibilidad de interactuar con otros ciclistas de todo el mundo, e incluso competir y crear rutas en tiempo real, recreando circuitos en 3D. Una locura.
Un sinfín de ventajas
Con o sin cuarentena, e indistintamente al modelo, los rodillos ofrecen muchos beneficios.
- A diferencia de una bici fija o de spinning, podés pedalear con la bici que ya tengas, y comprar un rodillo sencillo puede ser mucho más económico que comprarte otra bici.
- Si participás de carreras en bici o combinadas (duatlón, triatlón), podrás entrenar con la misma bici que vas a ir después a competir.
- Podés pedalear siempre sin importar las condiciones climáticas. Para los ciclistas, la lluvia representa un riesgo con las calles resbaladizas. Y los circuitos como el KDT, por ejemplo, cierran cuando llueve. Pero aun sin lluvia y con mucho frío, si no estamos al cien de salud y preferimos guardarnos, el rodillo es la opción prudente. Lo mismo sucede en verano, cuando las altas temperaturas son insostenibles.
- Para optimizar el tiempo: con el rodillo, el tiempo invertido es 100% utilizado. Y la solución perfecta para hacer la sesión completa si se está justo con la hora.
- Es más seguro pedalear en tu casa: no corrés riesgos de que te roben la bici, o te atropelle un auto, una moto, u otro ciclista.
- Son muy útiles para mejorar la cadencia, clave para optimizar el rendimiento. Al no tener factores externos, depende solo de tus piernas: con medición fiable y el mismo esfuerzo, lo lógico es ir más rápido pedaleando en rodillo que afuera.
Todo esto parece la maravilla misma y podría incitar a no salir nunca más. Sin embargo, para quienes entrenan para competir, todos estos puntos a favor no deberían justificar pedalear siempre en rodillo. El viento, las cuestas, el tránsito, el pelotón son factores determinantes para entrenar bien. Omitirlos por completo es negativo: en las carreras están presentes, y todo eso se debe entrenar. Por otro lado, el aire libre y el sol nos regalan vitamina D, además de otros beneficios para la salud física y mental. ¿Conclusión? El rodillo es una excelente alternativa para determinadas situaciones. Puede ahorrar tiempo y sumar comodidad y seguridad. Tenerlo y usarlo, sin descartar por completo el modo outdoor y entregarse al encierro, será lo mejor para mantenernos activos sin interrupciones y saludables.
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