GRUPOS DE CORREDORES: LO HERMOSO DE PERTENECER

Cuando llega la época fría del año, los parques se vacían, y yo no dejo de sorprenderme: ¿cómo la gente prefiere correr con 30 grados y no en invierno? pero hay algo que vengo notando hace varios años: en los grupos de corredores la deserción invernal es muchísimo menor. Lo veo en las calles y lo veo en mi trabajo: la cantidad de alumnos no decrece en los meses fríos, y tampoco sucede en pleno verano. Los que viajan, retoman apenas vuelven. Dejar de correr les cuesta. Pueden seguir con su plan donde estén, pero lo que se extraña horrores es el grupo. Un grupo da más ganas de ir a entrenar, porque no solo vas a entrenar, vas a encontrarte con amigos, a compartir una pasión en común, a divertirte. Yo creo que entrenar en equipo hace corredores más fuertes, se generan lazos y motivación extras que suman muchísimo. Tener con quien trotar a tu ritmo, compartir el dolor de las pasadas, y elongar charlando, no tiene precio. Y ni hablar de las carreras: cuando uno forma parte de un grupo, madrugar un domingo no pesa tanto, porque no solo vas a ir a correr, vas a encontrarte con tu team. Vas a ver correr a tus amigos, los vas a alentar, y te van a alentar. Van a celebrar si todo va bien y atenuar tristezas juntos de no lograse lo esperado. Tema aparte merecen los viajes, y las escapadas de fines de semana a correr fuera de nuestra ciudad. Y también están las salidas. En mi grupo las llamamos “las extracurriculares”, lo que excede a los horarios de las clases o las carreras. Los cumpleaños, las despedidas o bienvenidas, los festejos después de una competencia importante, los asados. Y también la pizza derecho después de entrenar, sin pasar por casa, así cómo estamos con look de corredores: “el after running”, le decimos.

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Parecería que todo es perfecto. Pero, ¿existe algún punto negativo? A veces sí. Y es la falta de individualidad o especificidad de los trabajos. Esto puede atentar contra la integridad y la evolución del corredor, pero aún entrenando en un grupo grande, si uno hace realmente lo que le corresponde según su nivel y objetivos, y si a uno lo cuidan, no hay problema. En el grupo encima no solo te cuida el entrenador, te cuidan también tus compañeros. Te retan si estas yendo muy fuerte o si te apuraste a volver después de una lesión. Te retan si te escapas antes de elongar o nunca haces abdominales. Porque no estás solo.

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Hay algo que cuenta Santiago García en su libro “Correr para vivir, vivir para correr” y me quedó grabado. Dice que correr le permitió descubrir amigos como los que tenía a los 12 años. Amigos de aventuras, de desafíos, amigos de ver quién llega primero a la esquina o quién aguanta más una subida, amigos de hablar horas de temas que al resto del mundo no le importan, amigos de subir montañas, de correr bajo la lluvia, de viajar juntos a todos lados. Amigos de mates al sol. Amigos con planes disparatados y proyectos insólitos que la mayoría de los adultos considerarían infantiles. Y no es fácil para los adultos tener esa clase de amigos.

Lo que se genera en los grupos de corredores es muy fuerte. Pasa a ser una parte importante de la vida de muchos.

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