¿Existen motivos y excusas para no entrenar?

¿Existen motivos y excusas para no entrenar?

Publicado en: La Nación | 0

Tengo una teoría bien formada con respecto a las excusas: no valen ni sirven. O al menos en la mayoría de los casos. Pienso en esto y me viene a la mente la imagen de un corredor de mi grupo, Luciano Pared. Luciano tiene 35 años y es gerente en una multinacional. Su mejor marca en 10 kilómetros es muy buena, ronda los 34 minutos, aunque no puede dedicarle al entrenamiento todo lo que quisiera dada su carga horaria laboral. A veces termina muy tarde en la oficina, pero eso no es un impedimento para él. Más de una vez se lo vio corriendo 14 kilómetros por el Rosedal, a la una o a las dos de la mañana, solo, en plena noche. Y no está loco. Ama correr. Y le hace bien. Es eso. Es decir que la principal excusa de la gente, «no tengo tiempo», para él no aplica. Si bien me gusta encontrar refutación a casi todas, la excusa de la falta de tiempo es mi preferida. No me canso de explicar: «Al ser adultos, somos dueños de nuestro tiempo, y todos tenemos exactamente 24 horas en el día para elegir qué hacer con ellas. Es un hecho que algunos trabajan más de lo que quisieran, pero es verdad también que en el tiempo libre, por escaso que sea, uno decide si ve tele, lee, entrena, sale, duerme, etc. Cada uno prioriza lo que prefiere».

Siguiendo con los motivos que se acusan para no entrenar, en el puesto número dos de la lista aparece el clima. El frío intimida y dan más ganas de quedarse en la cama que de salir a activar los músculos. Sin embargo, en épocas frías es cuando podemos alcanzar mayores rendimientos, no en primavera o verano cuando tantos se desesperan para recuperar la forma urgente. Entrenar se puede siempre, con frío o calor, lluvia o viento. Y sería bueno hacerlo todo el año, no solo a 2 meses de la playa. ¿Hace frío? Te abrigás. Además, lo peor es empezar, ya en marcha con el cuerpo caliente el invierno es solo un título. ¿El calor está imposible? En verano habría que hacer un esfuerzo y madrugar, elegir momentos del día más amigables como la mañana muy temprano, o la noche. O bien cambiar y elegir deportes en los que no se padezca tanto el calor como la natación, o actividades indoor en lugares frescos. Tema económico. Las cuotas del gimnasio pueden haberse ido a las nubes, pero correr y caminar siguen siendo opciones al alcance de todos los bolsillos, las actividades más democráticas del mundo. Son gratis. Claro que si uno puede darse el lujo de pagar un entrenador o una cuota de un grupo de entrenamiento, mejor. Pero si no, antes que no hacer nada, se puede correr o caminar solo (chequeándolo antes con el médico para estar tranquilos). Plantear como problema el lugar donde se vive es otra mentira. Vivas en zona rural o en pleno centro podes hacer ejercicio. Puede que no tengas la suerte de estar cerca de un parque extenso y arbolado o a 3 cuadras de una pileta o un club. Pero siempre te las podés arreglar de alguna forma. Yo cuando no puedo acercarme a mis lugares preferidos para correr (parques arbolados con pasto y tierra o pista de atletismo sintética) soy capaz de dar 25 vueltas o más por las terribles veredas de cemento de la plaza de 700 metros de mi barrio. Con lluvia corro igual, y si hay tormenta eléctrica hago ejercicios de fuerza en casa. Sólo es cuestión de tener ganas y actitud.

Sobran los motivos cuando uno quiere convencerse de no hacer algo. Pero para cerrar este tema de las excusas a la hora de no entrenar quiero traer una reflexión que vi en una de esas fotos con frases que dan vueltas en las redes sociales y me pareció sublime. Dice más o menos así: «No existe la falta de tiempo. Existe la falta de interés. Porque cuando uno realmente quiere, la madrugada se vuelve día, martes se vuelve sábado, y un momento se vuelve oportunidad». Y que conste que no la escribió Luciano, mi atleta sonámbulo, el de las corridas de las 2 de la mañana.

Cuando nos va mal: las excusas del fracaso

Tema aparte merecen las excusas para justificar una mala performance deportiva. Y tengo el mismo razonamiento: no valen. Creo que existe una sola situación en la que sí están permitidas: un accidente externo. Esto tiene que ver con algo que pasa y nos excede por completo, caerse por ejemplo en una carrera. Pero no caerse por debilidad propia si no porque se te cruzó un auto, una bici o un loco se te tiró encima. De hecho esto le sucedió a un ateta de elite en una maratón. A causa de un episodio de estos no pudo ganar la carrera que venía liderando. La organización después decidió darle un premio especial. Él ese día no ganó, pero nadie puede decir que su excusa sea inválida. Ahora vamos a enumerar las que a mi entender no sirven para minimizar fracasos.

Una semana antes me enfermé. Enfermarse no denota fortaleza, es un signo de debilidad física o mental. La mente domina al cuerpo y se da constantemente en atletas engriparse o lesionarse antes de una carrera importante. Y las lesiones suelen ser las vedettes en esta historia. Pero correr lesionado no debería ni siquiera comentarse si se hace. El mérito justamente es gozar de buena salud. Y respetar al cuerpo y sus tiempos de recuperación si tenemos algún problema. Me ha pasado doblarme un tobillo o caer con anginas a 10 días de una maratón, y cuando eso pasa lo vivo como un drama porque sé cuánto inciden en el rendimiento deportivo los antibióticos. Pero asumo siempre que si me pasa es porque mi cabeza no está fuerte en ese momento. Me tropecé. Caerse implica en la mayoría de los casos una falta de coordinación provocada por fatiga, por lo cual tampoco es un atenuante. O bien implica deficiente habilidad motriz. No pude entrenar bien. Nadie te obliga a competir sin estar en condiciones. Competencias hay todo el tiempo. Lo correcto es prepararse como se debe y llegar lo mejor posible. Venía de competir hace poco y no llegué descansado. Un atleta serio compite lo justo y no de más. Competir en exceso no es algo de lo que se deba alardear, implica un comportamiento desprolijo y más bien de novato. El deportista experimentado y responsable sabe que con muchas carreras no se recupera de una para la otra ni puede preparar específicamente ninguna: sabe que haciendo mucho no se termina haciendo nada bien. No dormí lo suficiente, comí algo que me cayó mal, un remedio me planchó o me descompuso. más de lo mismo. Todas estas son cosas evitables y somos responsables de los inconvenientes que causen. Y por último, de nuevo el clima. Es cierto que no manejamos la meteorología, que la humedad, el viento, el frío extremo, la lluvia y el calor pueden influir muchísimo en el rendimiento. Si acusamos al clima de no haber logrado una marca buscada, está perfecto. Pero no vale decir que no hicimos podio porque hacía 30 grados: las condiciones climáticas son idénticas para todos. Las cosas como son.

 

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