Todos tenemos nuestros motivos para correr, a cada uno nos mueven distintas cosas a la hora de calzarnos las zapatillas y salir a sumar kilómetros. Pero ceo que hay algo que compartimos prácticamente todos los que corremos, y es que correr nos hace más felices. Daniel Arcucci, periodista y corredor muy querido y conocido en el ambiente runner, siempre dice y me encanta: “Corro cuando estoy mal, para estar bien, y corro cuando estoy bien, para estar mejor”. Y creo que en definitiva se trata de eso. “De estar mejor”. Correr sin dudas nos hace sentir mejor. Nos da alegría y felicidad. ¿Y qué hay más importante en el mundo que ser feliz? El Running puede darnos muchas cosas, aportarnos beneficios en todas las áreas, pero creo que lo mejor de todo lo que nos da, es la felicidad.
Felicidad que viene en diferentes formas y situaciones.
Correr nos da felicidad cuando salimos a entrenar y sentimos esa sensación placentera que nos genera la actividad en sí misma, ese estado de libertad y fuerza a la vez, ese sentir el viento en la cara, el sol o a lluvia en la piel, los latidos del corazón, el sonido de nuestras zancadas. Nos da felicidad porque nos permite tener una conexión fuerte con nosotros mismos. Y también con los otros. Porque pocas cosas hay tan lindas para un corredor como salir a fondear con un amigo y charlarse todo, y de repente quizás completar 20 kilómetros que parecieron 10. Nos da felicidad cuando vemos que podemos superarnos, que los trabajos van saliendo cada vez mejor, que podemos ir un poco más rápido que antes o de forma más cómoda. O que podemos sumar kilómetros que antes nos parecían imposibles. Nos da felicidad cuando mejoramos nuestros tiempos en la misma carrera que hicimos el año pasado, o hace unos meses. Nos da felicidad cuando conocemos amigos corriendo, en el equipo, en las carreras, en las redes sociales sólo porque compartimos intereses comunes. Nos da felicidad cuando viajamos, seguramente con otros amigos o compañeros corredores, que comparten nuestra misma pasión. Nos da felicidad cuando nos divertimos en grupo mientras entrenamos, o en el tercer tiempo. Cuando nos permite jugar un poco a ser chicos de nuevo. Nos da felicidad cuando pensamos quizás en no salir porque el clima no es el mejor o no tenemos muchas pilas y dudamos, pero al final salimos, y entrenamos bien, y volvemos con esa sensación hermosa de haberlo hecho, de saber que si se quiere se puede y las excusas no valen cuando hay ganas y voluntad, y nos quedamos de muy buen humor y agradecidos de no habernos quedado adentro, quietos. Nos da felicidad también solo por el hecho fisiológico que nos sucede adentro del cuerpo, esa liberación de hormonas que nos hacen sentir contentos sin otra razón mas que la misma razón de haber corrido, y capaz también hasta un poco eufóricos. Nos da felicidad porque nos permite plantearnos desafíos que nos motivan a ir por ellos poniendo todo de nosotros, nos permite soñar con un objetivo concreto, como puede ser completar una carrera que para cualquier no corredor podría resultar una incoherencia, o alcanzar esa marca que para nosotros vale como una clasificación mundial. Nos da felicidad cuando vemos que cumplimos años, nos ponemos más grandes, pero nos sentimos cada vez más jóvenes de cuerpo y espíritu.
Lo pienso y me convenzo cada vez más de que realmente son muchas las vías por las cuales correr nos trae felicidad. Cuesta enumerarlas todas y no olvidarse de ninguna. Seguramente a vos que lees esta nota se te ocurren muchas más. Personales, tuyas, hermosas. Por eso, nunca dejes de correr. Nunca dejes de lado aquello que te de felicidad. Nunca dejes de soñar.