Nadie duda que correr es una de las formas más fáciles y efectivas para perder peso: quema calorías, es gratis, y podemos hacerlo en cualquier parte. Por otro lado, es también una de las actividades más democráticas: no hace distinción de sexo, edad, ni condición física o socioeconómica. Es para todos. Salvo algunos casos en donde podría estar contraindicado como en personas con problemas óseos, articulares, o cardiovasculares, cualquiera puede disfrutar de sus incontables beneficios, entre tantos otros, afinar la silueta. Todo esto es de público conocimiento.
Ahora bien… ¿es posible también aumentar de peso corriendo? Para alegría de algunos y quizás desencanto de muchos más… la respuesta es, «sí». Y puede darse por diferentes motivos. Hay personas que recurren a la actividad justamente porque son muy delgadas, y para peor, casi nunca tienen hambre. Desean subir unos kilos y sólo pueden lograrlo aumentando considerablemente la ingesta de alimentos. Y como correr les aumenta el apetito, logran su cometido. Por otro lado, el aumento de la masa muscular también puede aportarles algún kilo extra. Cuando el fin es subir de peso, resulta clave asegurarse que el consumo de alimentos corresponda a un aporte energético bastante mayor al del gasto de la actividad física. Si no, lejos de aumentar, se bajará.
De la otra parte y seguramente como mayoría, están los que no quieren subir de peso corriendo, pero sorpresivamente les ocurre. Esto también responde a un tema de ingreso y egreso calórico. Cuando las calorías que entran son más que las que salen, aún ejercitándose dos horas por día todos los días, se engorda, porque ese excedente se transforma en grasa. Muchas veces quienes comienzan a correr escudados en el gasto extra que realizan, comen mucho más.
Vamos con algunos ejemplos concretos: si después de trotar apenas veinte minutos y sin siquiera haber transpirado nos tomamos una bebida deportiva de medio litro o más, puede que con esa simple ingesta hayamos recuperado todas o casi todas las calorías que perdimos al trote. Para actividades cortas o no muy intensas, si deseamos adelgazar, con agua en general es suficiente. Otra situación habitual es la de algunos que corren carreras. Quizás terminan una 10 K y después se van a desayunar con facturas o a comer un asado: quemaron entre 400 y 800 calorías (dependiendo del peso, la intensidad, y la condición física) pero ingirieron entre 1000 y 2000 en el festejo
Conclusión:
Correr no puede asegurar un descenso de peso a menos que resulte en un déficit calórico. Y de hecho, puede hacernos subir. Y para quienes intentan sin éxito aumentar unos kilos, puede ser una buena opción ya que en general incrementa el apetito. Sería recomendable acompañar con alguna rutina de fuerza destinada a aumentar la masa muscular: los kilos pesan más que la grasa, y esto también colabora bastante, no sólo para subir de peso si no para vernos y sentirnos mejor.