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ENTRADA EN CALOR Y ELONGACIÓN

Empezar una rutina sin entrar en calor puede ser peligroso. Dedicar 10 o 20 minutos para preparar el cuerpo para lo que sigue no es perder el tiempo, si no ganarlo. Si el trabajo será de fuerza, se puede empezar con algunos ejercicios para la zona media como abdominales y lumbares, ejercicios de movilidad articular y algunos estiramientos. Si el trabajo consistirá en correr, antes de alcanzar un ritmo intenso, empezar con un trote suave. Lo mismo al pedalear, nadar, o cualquier actividad que se elija. Ir de menos a más, progresivamente. Al terminar, tomarse también un tiempo para elongar los músculos trabajados. El cuerpo lo va a agradecer al día siguiente.

HIDRATACIÓN

La correcta hidratación es clave para el buen rendimiento deportivo. ¿Cuánto y cada cuánto beber? Esto dependerá del tipo de actividad que se esté realizando, la intensidad que se lleve, y el clima de ese momento. Pero a modo orientativo, no deberíamos nunca llegar a sentir sed. La clave es tomar antes, durante, y después de entrenar. Las bebidas deportivas son excelentes cuando el trabajo es prolongado y la transpiración abundante, porque reponen las sales que se pierden con el sudor. Pero hay que tener cuidado: 30 minutos de caminata no justifican medio litro de Gatorade si se pretende perder peso, porque quizás equivalgan casi a las mismas calorías gastadas en la actividad. Para actividades no muy prolongadas ni intensas el agua es suficiente.

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IMPORTANCIA DEL APTO FÍSICO

Parece un simple detalle, pero no lo es. Antes de empezar cualquier rutina de ejercicios es vital visitar al médico y hacerse los estudios que él indique para presentar el correspondiente apto físico que actualmente se solicita en cualquier gimnasio, grupo de entrenamiento o carrera (o al menos así debería ser).

CRITERIO DE REALIDAD: LOS MILAGROS NO EXISTEN

Todo logro importante en la vida (o casi todo) requiere sacrificio, dedicación y tiempo. Las cosas grandes no suceden porque sí de la noche a la mañana y en materia de entrenamiento no está la excepción. Si falta un mes y medio para ir a la playa y hay que bajar 10 kilos, ni con la mejor dieta y todo el ejercicio del mundo se podrá lograr sin poner en riesgo la salud. Tampoco 2 meses solucionan años de músculos y articulaciones oxidados, aunque es verdad también que al principio los resultados llegan más rápido. Cuando recién se empieza, los avances son muy grandes en comparación a etapas de muchos años de trabajo, y con el descenso de peso sucede igual: los primeros kilos se pierden fácil, los más difíciles son los últimos.

PROGRESIÓN LÓGICA Y CONSTANCIA

La regla es de menos a más: de poco a mucho, lento a rápido, fácil a difícil, liviano a pesado. Siempre. Si uno lleva meses o años sin entrenar, no sería saludable empezar con una rutina de todos los días o muy intensa, porque el cuerpo no está acostumbrado a tanta exigencia y no podrá asimilar bien los trabajos sin un buen descanso entre sesiones. No mejora más el que entrena más si no aquel que mejor asimila lo entrenado, y el descanso es fundamental para asimilar, la parte invisible del entrenamiento. A más nivel, no solo el tipo de entrenamiento y la performance varían, los tiempos de recuperación cambian (se reducen). Los iniciados precisan descansar más para recuperarse para el siguiente estímulo. Por eso, es importante ir aumentando la cantidad de sesiones semanales de a poco, así como la duración y la intensidad de las mismas. No sirve ir un mes a entrenar todos los días dos horas y después abandonar por un año. Deberíamos concientizar la actividad física como un estilo de vida y parte de la rutina de todo el año. De esa forma es como se puede llegar lejos y alcanzar la mejor versión de uno mismo posible. No con planes de emergencia.